La reflexión consiste en pensar en lo que has hecho, compararlo con lo que querías hacer y evaluar si lo que has hecho ha cumplido las expectativas. En la escuela, es una forma de que los profesores y los alumnos sean más conscientes de sí mismos, entiendan cómo se comportan, piensan, aprenden y enseñan, y una forma de identificar sus puntos fuertes y débiles.
La reflexión no requiere mucho tiempo y, si se hace bien, puede reportar muchos beneficios a profesores y alumnos. Uno de los beneficios es que el "reflexionante" puede poner nombre a sus comportamientos y habilidades, lo que permite transferir o modificar esa habilidad. Por ejemplo, un alumno que hizo bien todas las partes explicativas de un proyecto de Ciencias podría decir que es hábil en la escritura técnica y buen comunicador, habilidades que ahora tiene a su disposición en otras clases distintas de las de Ciencias. Un profesor que utiliza una nueva tecnología pide a los alumnos que la aprendan por su cuenta y compartan los conocimientos, entre ellos, asegurándose de que pueden cumplir los requisitos de su proyecto. Con la terminaolofía de una refelcción, ahora puede verse a sí misma como facilitadora, promoviendo la autodirección y las habilidades de colaboración en los alumnos, aunque se haya sentido poco preparada al iniciar el proyecto. Una vez que un estudiante (o cualquier persona) empieza a participar activamente en su ciclo de aprendizaje, se vuelve más consciente de los diferentes estilos y habilidades, más consciente de sí mismo y más capaz de desarrollar las habilidades que desea. Esto es esencial para que los estudiantes desarrollen habilidades clave y se conviertan en aprendices permanentes. |